jueves, 16 de octubre de 2014

La tanda no se detiene

Al acercarse la fecha de la elección, la repetición de las pautas políticas en TV, la contaminación visual en la vía pública, y la reiteración de los mismos jingles una y otra vez, alcanzan niveles de saturación mediática y el consecuente hartazgo del público. A todo este ruido se le suma la parafernalia y el movimiento de los militantes en las calles, cortando el tráfico con caravanas de autos, molestando con los parlantes a todo volumen y ensuciando la ciudad con listas, pegotines y pintadas.


Por eso nos preguntamos, teniendo en cuenta que la mayoría de las veces todas estas manifestaciones y repeticiones producen el efecto contrario en la gente, sin una afición partidaria fuerte, que es el grueso del electorado, ¿por qué se siguen utilizando estos métodos? ¿No sería mejor gastar menos, molestar menos, ensuciar menos? ¿Dónde está la creatividad aplicada a los medios o soportes, y no tanto al mensaje que de todas maneras es siempre más o menos el mismo?     

El gasto de la pauta televisiva crece de elección a elección. La publicidad política se ha limitado a 50 días antes de la elección nacional para los medios masivos, pero esto parece no ser suficiente o hasta puede resultar contraproducente, porque se concentra toda la publicidad electoral en pocas semanas, produciendo ese efecto tan desagradable de saturación y su resultante rechazo por parte del público. También se ha planteado ir más allá y prohibir totalmente la tanda política en televisión, por el gasto enorme que significa y lo relativo de su efectividad para determinar el voto. Pero como los que tendrían que legislar sobre esto son los mismos partidos, y ninguno se anima a dar el primer paso de limitar su propia tanda por temor a quedar en offside y perder votos, lo más probable es que esta idea quede en el papel y nunca se aplique.

Según Ibope, y de acuerdo a cálculos realizados a partir de la cantidad de salidas de los distintos spots televisivos, y de la duración de cada uno, llegamos a que durante la semana del 6 al 12 de octubre, la cantidad de tiempo comprado por los partidos políticos (básicamente Partido Nacional y Frente Amplio y algo de Partido Colorado y PI) en los tres canales privados abiertos, suma un total aproximado de 25 horas de aire, lo que se cotiza en unos 2 millones dólares en total aproximadamente, sólo en una semana.

De todo este tiempo y dinero, ¿qué nos queda a nosotros, los ciudadanos, para tomar una decisión consciente e informada sobre a qué partido votar? ¿No sería mejor que la televisión sirva más como un espacio de debate entre candidatos y de programas periodísticos, que como un muestrario repetitivo de las mismas publicidades? Pero los canales necesitan facturar y su poder en la opinión pública es muy fuerte como para que los dirigentes políticos se atrevan a hacer algo para cambiar esta situación.



Quizás lo mejor sea hacerle caso a Bob, y limpiar las pintadas de los muros, porque los eslóganes de la campaña no se soportan más, y no queremos seguir escuchando más discursos edulcorados desde un estrado:        



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