lunes, 29 de septiembre de 2014

Followers por votos.

La campaña en las redes.


“En el mundo de la convergencia mediática, se cuentan todas las historias importantes, se venden todas las marcas y se atrae a todos los consumidores a través de múltiples plataformas mediáticas.” - Henry Jenkins

En 2009 aún no se había destapado la interactividad virtual en su mayor expresión, al menos en Uruguay. Por lo que si bien hubo algunos indicios de diversificación de soportes mediáticos para los contenidos electorales, todavía no se había visto la verdadera dimensión que podían tener en términos de difusión. Es cierto que muchas veces las nuevas opciones mediáticas son utilizadas únicamente como extensiones del plan global de comunicación de la campaña, ingresando así al juego marketinero de la política partidaria, donde parece que elegimos productos de consumo en lugar de candidatos a presidente. Pero sin duda también representan un nuevo canal por el cual expresar y difundir nuevas ideas y convocar a la participación política de los ciudadanos. En este sentido, por un tema generacional en la adopción temprana de las nuevas tecnologías, los más jóvenes parecen ser los que mejor uso hacen de estasposibilidades.

            La convergencia mediática, como lo denomina Henry Jenkins en su libro La cultura de la convergencia de los medios de comunicación, significa como él mismo la define:

“Con «convergencia» me refiero al flujo de contenido a través de múltiples plataformas mediáticas, la cooperación entre múltiples industrias mediáticas y el comportamiento migratorio de las audiencias mediáticas, dispuestas a ir casi a cualquier parte en busca del tipo deseado de experiencias de entretenimiento. «Convergencia» es una palabra que logra describir los cambios tecnológicos, industriales, culturales y sociales en función de quienes hablen y de aquello a lo que crean estar refiriéndose.”

La campaña de Obama en 2008 es un claro ejemplo de lo que habla Jenkins:

                                             

“(..) podemos ver a ciudadanos que comienzan a aplicar lo que han aprendido como consumidores de la cultura popular a formas más abiertas de activismo político. La cultura popular influye en el modo de cortejar a los votantes en las campañas pero, lo que es más importante, determina cómo procesa el público el discurso político y cómo actúa sobre éste.” - Henry Jenkins


                                           


En Uruguay todavía estamos a años luz de esto. Para muchos de los dirigentes políticos actuales el mundo digital se reduce a twittear boludeces cuando se aburren en el parlamento. Pero en tiempos de campañas se pueden ver algunos avances, como la transmisión de conferencias en vivo por internet: frenteampliotv.com, y alguna que otra joyita exclusiva de la webUna especie de Polémica en el Bar pero con conciencia de clase.



“Esta circulación de los contenidos mediáticos (a través de diferentes sistemas mediáticos, economías mediáticas en competencia y fronteras nacionales) depende enormemente de la participación activa de los consumidores. Argüiré aquí en contra de la idea de que la convergencia debería concebirse principalmente como un proceso tecnológico que aglutina múltiples funciones mediáticas en los mismos aparatos. Antes bien, la convergencia representa un cambio cultural, toda vez que se anima a los consumidores a buscar nueva información y establecer conexiones entre contenidos mediáticos dispersos.” - Henry Jenkins


A esta concepción de Jenkins sobre el cambio cultural que representan estas nuevas formas de producir y consumir los medios, se le podría agregar hoy en día, el impacto de los contenidos virales en internet. Desde hace un tiempo que en todos los portales de noticias y en los informativos de televisión existe la sección de videos o noticias virales. Desde un cachorro orinando en una piscina, hasta la decapitación de un periodista por un grupo radical islámico, todo se presenta en pequeñas e intensas dosis de impacto mediático. Estos “virus” surgen en la web donde se reproducen con rapidez y contagian al siguiente organismo mediático huésped, en el cual adquieren más capacidad de contagio para continuar con su viralización. Luego que adquirieron cierta popularidad son difundidos por los medios tradicionales para volver potenciados a la red y continuar con su esparcimiento. Estamos en una era de transición mediática, donde los nuevos medios conviven con los viejos, y se retroalimentan continuamente en un estado de simbiosis único. En este fenómeno de los virales de internet que son levantados por los informativos, es donde se ve la verdadera convergencia mediática.     


“Lo que hoy estamos viendo es que el hardware diverge mientras que el contenido converge. (...) Tus necesidades y expectativas de correo electrónico difieren si estás en casa, en el trabajo, en clase, de camino al trabajo, en el aeropuerto, etc., y estos diferentes aparatos están diseñados para satisfacer tus necesidades de acceso a los contenidos según donde te encuentres, según tu ubicación» (…) Gracias a la proliferación de canales y a la portabilidad de las nuevas tecnologías informáticas y de telecomunicaciones, estamos entrando en una era en la que los medios serán omnipresentes.” - Henry Jenkins


De esta manera, gracias a las nuevas prácticas culturales de difusión de contenidos, y a la apropiación cultural de las figuras políticas por parte de los ciudadanos, en este contexto mediático, y con las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías (ahora son productores además de consumidores de contenidos), es que vemos cómo la campaña es tomada por la gente, aportándole sus propios significados.   


                    



viernes, 26 de septiembre de 2014

En la Mira

Siempre me gustó Pereyra. Su estilo, su agresividad y su hambre. No, no estoy hablando de un jugador de fútbol. Estoy hablando de Gabriel Pereyra, periodista que integraba el equipo de Zona Urbana y luego se convirtió en el editor jefe de El Observador. Me contagió su afán por desenmascarar la realidad, más allá de la línea política que puede dejarse entrever en sus columnas/dichos. Pero no es mi intención hacer un largo discurso epidíptico que señale sus virtudes y omita sus defectos (parece que ahora todos somos perfectos), sino trabajar con su acción.

Actualmente, hace, también, un periodístico en VTV: "En la Mira". El título encaja perfecto al programa. Pereyra sabe como poner en la mira a políticos para sacarlos de los encabezados que suelen repetir una y otra vez para sacar sus propios pensamientos.

Hoy día rige una concepción de que el presidente - o presidenciable- debe ser un todologo que explique a la perfección todos los puntos programáticos.Quizás el viejo Batlle y Ordoñez inspiraba su colegiado en oposición a esta noción individualista: todos necesitamos asesores. El propio ciclo de la vida está planteado así. Uno aprende de los demás. El "curso" intensivo al que se someten los aspirantes a la presidencia para abarcar todos los aspectos muchas veces genera un efecto narcotizante - del estilo Lazarfeldeano- de sus propios pensamientos.

Pereyra lo entiende. Y así los desafía, los hace actuar en falso, equivocarse. Los hace pensar.

Vean sino estas dos entrevistas a Lacalle Pou y Sendic respectivamente.



La clase con la que los aprieta es genial. Muchas dudas, "mucho zarandeo". La política actual es frágil, todos quieren ser centro. Precisamos convicciones. Si ni ellos no están convencidos, ¿quienes están? Todos están en la mira.

lunes, 22 de septiembre de 2014

Taxi a la política



Lo adelantado que estamos como pais que ya tuvimos esta discusión hace unos meses. Esto sucede en Catalunya, donde Uber - la aplicación en cuestión- es similar a EasyTaxi.

elpais.com
"Alrededor de 150 taxistas se han concentrado este lunes poco antes de las cinco de la tarde frente a la sede de Territorio, en la avenida de Josep Tarradellas, para protestar contra el intrusismo en el sector" relata el artículo publicado hace apenas unos minutos.

Easy Taxi

"La Élite ha pedido reunirse con el consejero de Territorio, Santi Vila, y ha anunciado "movilizaciones nunca antes vistas en el sector del taxi" en octubre" explica el periodista.

Traigo esto a colación, no solo para destacar la similitud con la causa uruguaya, sino, para desentrañar la raíz del asunto: ¿cómo hacer una transición posmoderna en todos los ámbitos?

Las generaciones actuales tenemos como común denominador las apps, smartphones, ect. La adaptación de tales tecnologías a la vida cotidiana sirve para incluirnos a los jóvenes en este espectro. A veces, por seguir cánones de larga tradición histórica, el sistema hace que los jóvenes pierdan el rumbo. La política partidaria sigue en esencia esta lógica.

Mientras las redes sociales y nuevas tecnologías - donde todos los jóvenes de 4 años en adelante somos profesionales- sigan ganando terreno en campañas y políticas, los jóvenes estaremos más expuestos a opinar e involucrarnos en lo que nos pertenece a todos.


lunes, 15 de septiembre de 2014

Los jóvenes uruguayos y la política

“No hace mucho me preguntaban por qué no dábamos reportajes. Y yo les decía que ya teníamos la suficiente edad, para en vez de bajarle línea a los chicos, escucharlos. Porque en sus nervios hay mucha más información del futuro de la que tipos de nuestra edad pueden tener para aconsejarlos”. - Carlos Alberto Solari, Olavarría, 1997.   


¿Cuál es la situación de los jóvenes con respecto a la política en Uruguay? ¿Es cierta la creencia de que están menos involucrados en política que el resto de la población adulta? ¿Es realmente importante que los jóvenes estén interesados en la política? ¿Qué pueden aportar desde su poca experiencia de vida? ¿Qué les puede aportar a los jóvenes la actividad política? Algunas de estas preguntas se pueden esclarecer con los aportes de la investigación realizada por Pablo Mieres (Partido Independiente) e Ignacio Zuasnabar (Equipos Mori), sobre “La participación políticade los jóvenes uruguayos” en el año 2012. Las otras cuestiones de índole más filosóficas, las dejaremos planteadas para ir contestando, o mejor dicho, que los propios protagonistas nos vayan contestando en las próximas entradas de este blog.

profesor-daniel-alberto-chiarenza.blogspot.com
Pero antes, y para contextualizar de manera panorámica y global la situación de los jóvenes uruguayos en la política partidaria nacional, conviene hacer una breve introducción con el objetivo de aclarar los términos que hacen a la temática a trabajar, a modo de paneo histórico rápido de la realidad uruguaya contemporánea. También es necesario poner en perspectiva histórica, la relevancia de la política como forma elemental discursiva en la puesta en común de los asuntos públicos esenciales para el buen funcionamiento de cualquier sociedad. Empezamos este recorrido con un paso fugaz por los albores de la dialéctica y la retórica en el mundo clásico, dónde se dieron a la luz los conceptos básicos de la democracia y la palabra como articulador social. Asimismo, es importante remarcar la siguiente salvedad: el enfoque es exclusivamente desde la perspectiva de la civilización occidental, para evitar inmiscuirnos en formas alejadas de nuestra concepción del mundo político secular, y caer en un enfoque equivocado por querer englobarlo todo bajo una concepción única de entender la realidad, sin advertir los diferentes significados de oriente con respecto a la política, la religión (que en muchos casos van unidas), la forma de estar en el mundo y ver la vida desde su propia perspectiva.


Teniendo esto en cuenta, nos encontramos que desde los inicios de la civilización occidental, siempre ha existido la oratoria como eje fundamental para la convivencia humana. Un aporte teórico interesante para desarrollar esta temática, lo realiza Habermas (2da generación de la Escuela de Frankfurt), al plantear el concepto  de “Esfera pública burguesa”, como el espacio de elaboración de sentido que surgió en las sociedades europeas de los siglos XVII, XVIII y XIX, dónde el comerciante o propietario burgués, intercambiaba con sus pares de clase y género, sobre los asuntos de interés general: cultura, sociedad, política. En definitiva, todos los aspectos racionales de la vida; el influjo de la razón como moderador y mediador de los asuntos humanos. Este espacio surgió en el intersticio de la vida cívica que no comprendía al Estado (autoridad pública), ni a la “esfera privada” de la vida, la intimidad del hogar. De esta forma, la nueva clase se legitimaba a sí misma como actor social con voz en los temas que hacen a la administración del estado, y a la vida pública en general, en igualdad de condiciones con la nobleza de la época. Asimismo, los nuevos derechos civiles alcanzados en la revolución francesa, con la libertad de expresión como emblema, permitió el desarrollo de diversos medios de prensa que funcionaban como vínculo entre la sociedad civil y los nuevos gobernantes, los cuales comenzaban a ocuparse de la opinión pública. Hacia el siglo XVIII este espacio o esfera pública, se fue consolidando en los países centrales de Europa, y se materializó como espacios físicos reales en los Cafés parisinos, y en las cafeterías de Londres. ¿Por qué no creer que la popularidad del café como principal bebida ingerida en estos lugares de intercambio de ideas, propició la generación acelerada de avances en todos los ámbitos del quehacer humano? La Ilustración, las corrientes artísticas, los descubrimientos científicos, las revoluciones políticas y sociales, podrían haber sido catalizados, gracias al café como sustancia novedosa para el sistema nervioso central de los europeos de aquella época, y como vehículo de la sociabilidad burguesa. De esta manera, la era del oscurantismo había pasado, y las mentes despiertas y conversando, iluminaron el camino de la nueva época. Las ideas sobre el mundo florecían y se ponían en común para generar nuevos significados, descubrimientos, invenciones y disciplinas. Se crearon las maquinas; el vapor y el carbón hacían el trabajo pesado. Las ciudades comenzaban a cambiar su paisaje edilicio y humano. Ya en el siglo XIX, las formas de entender la realidad se había fragmentado en función de las necesidades e intereses de cada estrato social, representado por corrientes y movimientos populares. Ingresaba otro protagonista a escena: la clase obrera. El predominio del mercado transformó la vida pública, convirtiéndola en algo más impersonal y homogeneizado. La producción en masa de los bienes de consumo, generó sociedades cada vez más estratificadas, y la incipiente industria de los medios de comunicación fue convirtiendo a la masa en públicos atomizados y desvinculados entre sí. Comenzaron a surgir líderes carismáticos, personalidades públicas que intentaban encarnar los intereses de sus representados. El actor político moderno, se configuró como una especie de histrión cívico, sediento de poder.  

Las potencias centrales europeas se lanzaron a conquistar el mundo, mientras América daba los primeros pasos como naciones independientes del dominio exterior. Uruguay no fue la excepción, salió a la vida como estado libre y soberano, no sin antes pasar casi un siglo peleando contra los de afuera y los de adentro. Las divisas fundacionales se conformaron una en función y en oposición de la otra, para alcanzar, mediante la diferenciación frente al otro ajeno, la confirmación de su propia identidad. El siglo XX comenzó con un proceso de reformas sociales y políticas, vehiculizadas desde el estado, que marcarían un antes y un después en la vida del país. En medio de un mundo que iba hacia la guerra, los totalitarismos, y la caída definitiva de los antiguos regímenes, Uruguay se proyectaba a futuro como una nación de vanguardia en cuestiones de legislación laboral, secularización del estado, expansión de los derechos individuales, y la conformación de una clase media trabajadora que gozaría, hasta más de la mitad del siglo pasado, de plenas garantías democráticas y liberales para poder desarrollarse, avanzar en la escala social, y proyectar un futuro mejor para sus hijos. Para ese entonces las divisas blancas y coloradas fundacionales, se habían convertido en partidos políticos modernos, pluriclasistas, con una delimitación más o menos clara, entre la ciudad (Partido Colorado) y el campo (Partido Nacional). Más entrado el siglo XX, los nuevos partidos de izquierda fueron adquiriendo un progresivo protagonismo en el escenario político nacional, y en consonancia con lo que pasaba en el resto del mundo, la sociedad uruguaya se polarizó y entró en un ciclo de decadencia de sus instituciones democráticas que terminarían con la suspensión de las garantías individuales, y la dictadura cívico – militar que se extendería por más de una década. Una vez retomada la democracia, el tablero de la vida política en Uruguay, tendría un nuevo protagonista que agruparía a las opciones de izquierda y lograría acceder al gobierno por primera vez en la historia del país.  

Las generaciones que hoy tienen 30 años o menos, nacieron y crecieron en democracia, lo que implica un cambio a tener en cuenta con respecto a las generaciones anteriores. Esta condición significa una visión del mundo considerablemente diferente, otra forma de relacionarse de los jóvenes entre ellos y con los mayores, una perspectiva nueva de la sociedad en la que vivimos. Estos rasgos de las nuevas generaciones de uruguayos, y de su vínculo con la política, es lo que se expone en la investigación realizada por Pablo Mieres (Partido Independiente) e Ignacio Zuasnabar (Equipos Mori), sobre “La participación política de los jóvenes uruguayos”, de la cual extraje los fragmentos que considero tienen los datos que mejor ilustran esta realidad:

“El involucramiento político es evaluado básicamente a través del interés en la política. Casi un quinto de los jóvenes uruguayos (19%) manifiestan mucho o bastante interés en la política, mientras que casi la mitad asumen que el interés que sienten es poco (49%) y casi un tercio (31%) directamente afirman que no tienen ningún interés en política.” (Mieres, Zuasnabar; 2012)

“Consistentemente con lo que muestran los estudios comparados de opinión pública, la democracia alcanza un fuerte consenso entre los uruguayos. Tres de cada cuatro (75%) afirman que la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno. Casi uno de cada siete (13%), por el contrario, apoyarían un gobierno autoritario en algunas circunstancias y una minoría (9%) asumen la posición escéptica: a la gente como yo nos da lo mismo un régimen democrático o no democrático.” (Mieres, Zuasnabar; 2012)

“Si la idea del distanciamiento de los jóvenes con la política es correcta, una de las dimensiones donde este distanciamiento podría expresarse es la ideología.
¿Son los jóvenes uruguayos menos «ideologizados» que el resto de la sociedad?
A la luz de la información aquí presentada, no aparece evidencia que apoye esta idea.
El porcentaje de jóvenes que resiste a identificarse ideológicamente (10%) es igual al del resto de los grupos de edad. El 90% de los jóvenes manifiesta algún tipo de orientación ideológica, proporción que es muy similar a la de la población total y a la del resto de las generaciones.” (Mieres, Zuasnabar; 2012)


www.abrojos.org

“Entre los jóvenes es una minoría de 19% (casi uno de cada cinco) los que tienen identificación fuerte con algún partido político. La proporción de identificados fuertes aumenta linealmente con la edad, y casi se duplica en la generación mayor (35%). De hecho entre los mayores constituye el tercio más grande, mientras que entre los más jóvenes apenas llega a un quinto.
Por el contrario, entre los jóvenes la proporción de ciudadanos sin identificación (43%) es el porcentaje más alto y este va disminuyendo en la medida que aumenta la edad, hasta un 29% entre los mayores de 60 años.
La conclusión es clara. Los niveles de identificación de los jóvenes con los partidos son significativamente menores que los del promedio del electorado y particularmente menores con respecto a los que registra la generación de más edad.” (Mieres, Zuasnabar; 2012)

“A su vez, la manifestación de cercanía hacia los diferentes partidos muestra que entre los jóvenes y los adultos jóvenes predomina la cercanía hacia el Frente Amplio (40 y 42% respectivamente), mientras que la cercanía hacia los partidos históricos se ubica en 22 y 23% respectivamente.
Por el contrario, entre los mayores de 60 años los porcentajes se invierten, la cercanía hacia el Frente Amplio se reduce al 28% y con respecto a los partidos históricos llega a 37%.
Entre los diferentes grupos socioeconómicos de jóvenes no se observan mayores diferencias, con la excepción del grupo de jóvenes de menor educación en los que se observa un porcentaje más alto de cercanía al Frente Amplio (54%) y en sentido contrario entre los jóvenes de NSE alto, en que los niveles de cercanía se reducen por debajo del promedio (32%).” (Mieres, Zuasnabar; 2012)

“Entre los jóvenes la confianza en los medios de comunicación alcanza también el primer lugar con el 38%, proporción levemente inferior a la del conjunto de la sociedad. Pero las organizaciones sociales reciben una confianza menor al conjunto (36% contra 41%), y además tiene una preeminencia mucho mayor Internet, que alcanza casi la misma línea que las organizaciones sociales con un 33%. La confianza en los partidos (17%) y en la Iglesia (25%) es sensiblemente más baja entre los jóvenes que entre el conjunto de la población.” (Mieres, Zuasnabar; 2012)

“En definitiva, los jóvenes están menos interesados en política y hablan menos de este tema con sus amigos, pero el subconjunto de jóvenes que participan más activamente en política es porcentualmente similar al del resto de la población.” (Mieres, Zuasnabar; 2012)

“Los hallazgos confirman lo manifestado anteriormente: el uso de estas herramientas para finalidades políticas es aún minoritario. Un 11% de la población ha utilizado Facebook para informarse políticamente, y solo un 2% ha utilizado Twitter para lo mismo. Los porcentajes son aun más bajos cuando se consulta sobre estos instrumentos para compartir ideas políticas: 8% lo ha hecho a través de Facebook y 1% a través de Twitter.
Sin embargo, el uso crece a medida que disminuye la edad. En el caso de Facebook por ejemplo, casi uno de cada cinco jóvenes (19%) lo han utilizado para informarse sobre política y un 14% para expresarse políticamente, proporciones mucho más altas que para el promedio de la población. Y en el caso de Twitter, 6% declaran haber utilizado esta herramienta para informarse y un 4% para expresar posiciones políticas.” (Mieres, Zuasnabar; 2012)



jueves, 11 de septiembre de 2014

Hacer Elecciones

Les tengo que hacer una confesión: este 26 de octubre es la primera vez que voy a estar parado frente a una urna. Por motivos de fuerza mayor, el pasado 1 de junio no pude estar – me boludié en el trámite de la credencial- y más que nunca estoy invadido de dudas. No por la parafernalia que supone la votación, sino por la definición de la papeleta que irá dentro de ese “mágico” sobre.

Soy un fiel seguidor de la campaña. Leo –en papel, me encanta aclararlo- los tres diarios más importantes  (El País, El Observador, La República), presto especial atención a las editoriales, sigo a todos los candidatos en Twitter e intento desmenuzar las ideas de cada candidato/partido. En este último ítem encuentro la mayor dificultad. ¿Hasta dónde hay ideas y no acusaciones?¿Qué papel cumple el Marketing?¿Votamos ideas o caras?¿Hasta dónde hemos llegado con la estetización de los actores políticos?

Seamos claros y lineales. Recordemos la definición etimológica de la política: todo lo relativo al ordenamiento de la polis – hoy traducida en estados- o los asuntos del ciudadano. Si a esa definición le sumamos la cualidad de ser partidaria derivamos en un régimen de partidos que implican distintas formas de ordenar la polis: económica, social, cultural, etc. Es decir, las elecciones, suponen la deliberación democrática del mejor candidato a desempeñar dichas tareas. Y hago hincapié en el hecho que sean democráticas; ahora bien, ¿tenemos una libre elección? No en el sentido de elecciones secretas, universales, etc, sino en un punto más filosófico. ¿Hasta qué punto la estética- y pensarla como un todo (no solo lindo y feo)- actúa en nuestras decisiones? ¿No habremos llegado al punto que es lo único que interesa? Muchos autores clásicos han trabajado el vínculo de la estética con el fascismo. La teatralidad de los actos/declaraciones/eventos se vuelve un must y la política queda de lado. ¿No traducirá en esos términos la Política Uruguaya?


Vayamos viendo algunos puntos que ilustran esta situación.

El marketing. De verdad me cuesta entender como dos conceptos como el marketing y la política pueden ser yuxtapuestos. Una metodología que está estrechamente asociada a la mercadológico y que, históricamente, se presenta como “impura” no se relaciona, en lo más mínimo, con la política. No solo el marketing de las personas, donde el que más llama a la vista es el fenómeno Lacalle Pou con su espectacular – en el sentido de espectáculo- campaña, sino también en los propios programas de gobiernos. Cuando Tabaré Vázquez gana las elecciones internas da un discurso donde promete dar una tablet a los jubilados. Diganme si no está usando la misma técnica que Ultrawash:



Ejemplos hay de sobra, pero se ve como el marketing se ha colado en la política.

Parece, también, haber una cierta proporcionalidad entre tiempo a falta de la elección y agresividad de declaraciones, que se puede traducir en falta de ideas. Y que quede claro, no estoy pensando en ningún actor político en particular. El último cruce PITCNT – Lacalle Pou es un claro retrato de la lógica de la confrontación. Más allá de la peronización del Uruguay – quedará para otra columna- el cruce no tuvo más que acusaciones por interpretaciones de dichos elevando el tono hacia una agresividad inecesaria para consumir en la pauta de un programa familiar cómo Ahora Caigo. Sino, miren el último spot del IR. ¿Qué aporta?



Por último, la gran cantidad de dinero desperdiciada durante estos meses. Pese a que el presupuesto estatal es uno de los principales temas a discutir, los partidos gastan fortunas en la campaña electoral tanto interna como interpartidara. Más allá que mueve un cierto sector de la economía, que se beneficia de la zafra, me resulta insólito que gasten tantos millones de dólares mientras los propios políticos hablan de la falta de fondos para políticas sociales o educativas.

En definitiva, creo que como sociedad ha llegado la hora de hacer elecciones. ¿Queremos productos con cualidades supremas o humanos con diversas ideologías?


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