Lentamente el tiempo de los medios se ha puesto al compás del tiempo social,
determinando a la acción y no, valga la redundancia, a la acción previa, el pensar. El
mayor evento televisivo uruguayo, que reúne a periodistas, artistas y demás por la
misma causa se desarrolló este fin de semana. Claro está que el lema principal es la
donación: la acción solidaria por antonomasia. ¿Es verdad? ¿Qué tanto es donación
y cuanto es publicidad? ¿No será demasiado montar un espectáculo televisivo de
Primero y principal: NO estoy en contra de la fundación Teletón. Me parecen extraordinarias las tareas que llevan a cabo y cómo luchan para el bienestar de los niños, los testimonios de las familias con una fuerza asombrosa y más aún la felicidad reflejada en la cara de cada uno de los niños que logran salir adelante. De lo que si estoy en contra es del aberrante evento televisivo Tampoco es mi intención forzar acusaciones baratas alegando que los organizadores se quedan con dinero.
“Está claro que como respuesta al dolor que esta familia ha vivido hay que levantar
el teléfono y donar” dice Nacho Alvarez. Yo me pregunto, ¿Qué genera esto?
¿Genera solidaridad o un sentimiento de culpa que se soluciona con una simple
donación y seguir con nuestras vidas? Puede sonar extremadamente cínico, pero, lo
único que forja esta “donación-express”, es alargar el problema en vez de
solucionarlo. Donamos una vez al año y después nos olvidamos. ¿Es necesario
hacer un evento como el de Teletón año tras año? ¿No sería mejor una verdadera
concientización propia y a nivel institucional que involucre los muchísimos menos
esfuerzos físicos y económicos que hacer todos los años un evento de tal magnitud?
La famosa y constantemente apelada lucha contra la discriminación está operando,
pero a la inversa. No solo discriminamos a los niños, sino que ¡lo publicitamos!
Obviamente, todo enmascarado en la inocencia. “Claro, yo no los discrimino,
entonces dono”. Si Susan Sontag, autora de Fascinante Fascismo, viera la Teletón de seguro se horrorizaría con el nivel de estetización que produce la Teletón.
Lo que realmente me aberra es el juicio que crean los medios masivos: si no
compras nuestros productos no tenes corazón; si no consumis sos un mal ser
humano. Y realmente, que tengamos un evento como la Teletón a estas alturas
demuestra lo atrasados que estamos como país y lo omnipotentes que son los
medios.
En los días pasados, tuve la suerte – o mala suerte- de estar en un reconocido
shopping en su noche de los descuentos. No entiendo, y me saca de mis cabales,
cómo dos eventos tan diferentes puedan convivir. Es que la lógica universalizada
del capitalismo “cultural” está operando. En resumidas cuentas, ésta tiende a traer
las dos dimensiones, el consumismo y el anti consumismo, en un único paquete:
compra este producto y automáticamente estas colaborando con la Teletón. Entonces, uno no solo compra el producto en el acto consumista, sino su propia redención de ser SOLO un consumista. Aquí se pueden yuxstaponer los planteos de Zizek - recomiendo el video linkeado- o de Deleuze sobre la postmodernidad. Esta habilita que conviva el caracter donante con el consumista.
¿Cómo es posible que la vida de miles de discapacitados dependa únicamente de
un show televisivo? En 2010 se aprobó la Ley de PROTECCIÓN INTEGRAL DE
PERSONAS CON DISCAPACIDAD donde se “establece un sistema de protección
integral a las personas con discapacidad, tendiente a asegurarles su atención
médica, su educación, su rehabilitación física, psíquica, social, económica y
profesional y su cobertura de seguridad social, así como otorgarles los beneficios,
las prestaciones y estímulos que permitan neutralizar las desventajas que la
discapacidad les provoca y les dé oportunidad, mediante su esfuerzo, de
desempeñar en la comunidad un rol equivalente al que ejercen las demás
personas.” Entonces, todas estas empresas que donan – ¿solidariamente? - cifras
astronómicas, que de seguro tienen poderes políticos importantes, ¿por qué no se
preocupan por mantener presiones políticas para que esta ley se establezca
íntegramente y se llegue a una solución final?¿Será que les interesa más la
publicidad que se genera en torno a ellas que el acto solidario en sí? Hanna Arendt decía que la única donación verdadera es la donación anonima. Donde quién dona no obtenga ningun beneficio simbólico.Así también lo entiendo yo.
No puedo escaparme de hablar de dinero, porque, lamentablemente, muchos, en su
afán capitalista, descartan cualquier acusación si no hay pruebas sólidas – en su
razón instrumental pruebas monetarias. En primer lugar, el alto costo, que
desconozco, aunque en Chile, donde los datos son esclarecidos, constituye un 20%
de la recaudación total, que debe llevar toda la realización de un evento de tal
magnitud podría ser destinado para afianzar las presiones políticas hacia el estado y
estimular el correcto funcionar de la ley. Luego, la donación de muchas de las
empresas es realizada únicamente por exoneración de impuestos. Entonces, en
definitiva, todos lo estamos pagando.
Claro está que estamos a años luz de llegar a soluciones concretas.
Lamentablemente, seguiremos estirando el problema con muchos años más de
Teletón, seguiremos dándole espacio a grandes empresas para que publiciten sus
productos de forma inocente y hasta solidaria, seguiremos dándole la espalda al
verdadero problema: la discriminación. ¿Queremos en verdad terminar con ella?
Entonces ¿por qué, los medios de comunicación que, desgraciadamente, funcionan
como reflejo de la sociedad, siguen mostrando lo contrario? ¿Queremos seguir
exponiendo a estos chicos en las vitrinas para generar sentimiento de culpa y una
donación vacía? Ojalá siga existiendo la Fundación Teletón, pero no como privada,
cómo un deber de todos los uruguayos.